
La dehesa de Toril, en Cáceres, es tierra de alcornoques, de donde se saca el corcho. Un material natural, que se extrae cada diez años, aproximadamente, a principios del verano, pues es la época ideal, porque como consecuencia del calor, es mas fácil que se separe el corcho del árbol, pues el arbol se contrae y el corcho se dilata, y sale prácticamente limpio.

De las grandes planchas, saldrán los tapones, utilizados para el envasado de los grandes vinos y de los descartes, llamado, «bornizo», saldán otros productos , como son: conglomerados, carteras, bolsos, paraguas, calzado, etc.
Aunque explicado así, parece simple, requiere tener una gran pericia y tener mucho cuidado de no dañar la «madre» del arbol.

Los «sacadores», asi llamados, se agrupan en cuadrillas de dos o tres hombres dirigidos por el «manijero». Todos ellos utilizan un hacha en forma de media luna. La punta sirve, como si fuera un cutter, para el corte de las planchas y con el otro extremo, en forma de cuña, sirve para hacer palanca y levantar el corcho poco a poco.

Verles trabajar resulta hipnótico; cómo se fijan en cada arbol, para decidir por qué lado empezar a «desnudarlo».
Una vez descorchado, vemos de un color naranja intenso, la «madre» del árbol, que es la responsable de ir creando la capa exterior para su protección.

Según se van sacando las planchas, se van dejando a los pies del árbol y otra cuadrilla las recoge y las traslada para su clasificación, dejándolas secar para que pierdan su humedad.
Foto: Ventura. Finca La «Herguijuela».